¡Juega Muchacho!
La Game Boy original, esa pequeña hechicería pergeñada por las mentes insanas de Nintendo acaba de cumplir 25 años. Lo curioso es que es un festejo válido. Aún hoy, a pesar de que no se produce hace ya unos once años (a través de la línea COLOR), sigue vendiéndose muy bien en los canales de segunda mano como eBay o los diversos “MercadoLibres”. Ni que hablar en todo el resto del mundo. Los números oficiales hablan de alrededor de 120 millones de consolas vendidas (nuevamente, sumando a su hermana menor, la Game Boy Color) convirtiéndose en la tercer consola mejor vendida de la historia, solo por detrás de la super popular Nintendo DS, y de la aún hoy muy comerciada PS2.
Un viejo axioma dice “coma mierda, millones de moscas no pueden equivocarse”. Un viejo axioma que es en sí, un error, pero que fundamenta un comportamiento muy humano de afirmar que porque algo tiene alto nivel de consumo, es por ende, BUENO. En el caso de la Game Boy, alrededor del mundo tuvo un éxito monocorde. En todos lados se vendió mas o menos lo mismo, porque el pensamiento uniforme era el siguiente: era (es) una consola genial.
Sí, ya en la misma época competía con la Game Gear de SEGA y la Atari Lynx (y la TurboExpress pero no vendió nada) que eran por lo menos en el aspecto gráfico bastante mejores. Sobre todo por el hecho trascendente de que eran a colores. Tener una Game Gear era tener un Master System portátil. Pero claro, todo beneficio puede ser contraproducente. El problema de ambos sistemas es que todo ese poder gráfico en una era de ausencia de baterías recargables era un problema económico mayor. Tanto la Game Gear como la Atari Lynx consumen seis pilas doble A y tienen una autonomía de 4 a 6 horas de juego. La Game Boy, con dos pilas menos dura el doble. Uno puede jugar hasta casi doce horas seguidas en una Game Boy. Eso hizo que venciera la contienda por KO. La economía siempre resuelve lo que no resuelve el conocimiento técnico. Sin embargo, ¿Acaso estoy diciendo que las otras dos consolas eran mejores? Ni por asomo. Eran mejores en UN aspecto, y ese aspecto, a la vez, las hacía excesivamente onerosas. No olvidemos que a principios de los 90´s (y durante bastante de ese periodo también) se entendía a las consolas como juguetes para niños. Esto convertía a la Game Gear y a la Atari Lynx, que ya de entrada tenían un valor de venta mucho mas alto que el de la Game Boy, en casi accesorios de lujo. Y los padres que tenían hijos proto-gamers se terminaban decantando por la Game Boy, sin saber que era una consola que, similar un Ford Falcon, les iba a durar muchísimo tiempo y les iba a brindar algunas de las mayores joyas del videojuego de la historia.
Cuando Gunpei Yokoi desarrolló su filosofía de pensamiento lateral en el desarrollo tecnológico, jamás imaginó que iba a derivar en la creación de la tercera consola más exitosa de todos los tiempos. Creador de las hoy buscadísimas y super caras consolas Game & Watch, se dice que la idea se le ocurrió al darse cuenta que se podía hacer algo divertido con básicamente la misma tecnología que poseían las calculadoras CASIO y SHARP. El diseñó el D-Pad que es común a todas las consolas de Nintendo, fue invención de Yokoi para el Donkey Kong de Game & Watch. La evolución de este sistema hacia algo mas avanzado y que pudiera incluirse en la naciente cuarta generación de consolas terminó derivando en la creación de la Game Boy.
Hay algo que dicen, mas que nada los europeos, sobre los japoneses: “Ellos agarran cualquier cosa inventada en el resto del mundo, y la mejoran”. Y es notablemente cierto. La primera consola portátil en tener cartuchos intercambiables apareció en el año 1979. La Microvision fue creada por Jay Smith (el mismo que luego fundaría su propia compañía para crear la medianamente popular Vectrex) para la Milton Bradley Company y, aunque vendió bastante bien, la pobre evolución tecnológica del momento hacia que fuera una consola inestable y poco duradera y por consiguiente bastante cara. Sumado eso a que se produjeron solo doce títulos, es lógico que no haya quedado en la memoria de los gamers. En los 80´s hubo varias empresas que sacaron consolas portátiles totalmente olvidables. La intención era buena y su desarrollo fallido solo podía terminar en la invención de algo realmente sustentable.
Logicamente, si hablamos de que una consola fue exitosa, no podemos dejar de referirnos a los porque. Aparte de la eficiencia energética de la Game Boy y por lo tanto, lo económico de su valor de compra y mantenimiento, el valor mas grande de una consola su catálogo, y el de Nintendo para Game Boy fue enorme y excelente. Cuando las ventas de la portátil comenzaron a mermar por el paso del tiempo, llegó el caballito de batalla para toda la vida.
El Nintendo Research and Development 1, mejor conocido como R&D1, del cual Gunpei Yokoi era la mente maestra, apuntó todos los cañones al desarrollo de éxitos para Game Boy. Sobre todo aquellos que vendieron la máquina en sus primeros años, como el Tetris, el Super Mario Land y su contraparte el Wario Land. Todos súper populares y juegos excelentes. Pero claro, la mayoría de las generaciones duran una media entre 6 y 8 años. Y Game Boy ya estaba llegando a su ocaso. En el ´95, la ausencia de color en una consola, portátil o no, ya la convertía en objeto de museo. Y aunque, todavía era útil para divertirse en algún viaje jugando al Tetris (que vendió mas de 30 millones de unidades), ya era necesario algún cambio de timón o la Game Boy iba a terminar muriendo incluso antes que la casi-fracaso Game Gear, que se dejó de producir en 1997 para darle camino al total-fracaso que fue la NOMAD.
Tajiri, un fanático de los arcades, escribía un fanzine gamer durante los 80´s que se llamaba “Game Freak”. Sugimori, que leía el fanzine, quiso colaborar. Ambos comenzaron una amistad que los llevó a aprender el lenguaje BASIC para diseñar juegos para NES. La historia es conocida. El cable link de Game Boy (otro gran acierto dicho sea de paso) y su fascinación por los insectos, lo llevó a elaborar desde el principio la historia de los primeros Pokemon: Red y Green. El juego, que esperaban que se vendiera al menos para salvar los seis años de desarrollo en los cuales Tajiri hipotecó hasta a su abuela, terminó siendo el gol olímpico que no solo puso a Game Boy de vuelta en la lista de Navidad sino que generó la Game Boy Color, y le dio ocho años mas de vida.
A veces leo cosas como “Nintendo va a fundir por el fracaso de la WiiU” y me río un rato. Sin malicia. Pensar que una empresa que confía tanto en sus empleados -como alguna vez alguien confió en Gunpei Yokoi por ver un brazo robótico en su oficina- va a fundir, es no entender que no siempre es la economía la que rige los números. Sino la creatividad.
Es genial que Yokoi, que falleció en un accidente automovilístico en 1997, haya podido ver a la mejor de sus creaciones (también fue el creador de Virtual Boy, el otro fracaso que iba a fundir a Nintendo) renacer de las cenizas, es una buena noticia para el arte.
¿Otra buena noticia? La Game Boy se consigue por unos 500 pesos. Ni lo pienses, anda corriendo a comprarte una.